Frente a la falta de propuestas sostenibles desde el modelo hegemónico que satisfagan las demandas de los pueblos originarios respecto a sus territorios, algunas comunidades han optado por generar proyectos colectivos construidos en base a sus propias lógicas para entender y experimentar los distintos aspectos de la vida comunitaria. De esta forma, es rescatada la noción que cada pueblo ha construido desde tiempos inmemoriales para vivir bien, contraponiéndose a la lógica lineal capitalista que busca el progreso hacia un futuro materialmente mejor. El Buen vivir exige un cambio de lógica para pensar las relaciones espacio-temporales en que nos desarrollamos como individuos, como sociedad y como especie. Se enfoca en mantener las condiciones materiales y espirituales para que los ciclos de la vida se conserven y reproduzcan en forma armónica con todas las formas de vida con que se cohabita. En el caso mapuche, el concepto del Küme mongen (o vivir en armonía) está siendo incorporado en planes de vida construidos por comunidades en proceso de recuperación de tierras reclamadas, en oposición al paradigma del desarrollo sostenido y los programas de etnodesarrollo, como es el caso de la emblemática comunidad de Temulemu, en el sur de Chile.