Saturday, August 4, 2012: 3:15 PM
Faculty of Economics, TBA
Distributed Paper
El imaginario social exagera los atributos negativos de la vejez, degradando a las personas mayores.
Respecto a lo físico-cognitivo, se han desarrollado una serie de imágenes que los discriminan por no responder fielmente a los patrones de agilidad (física y mental) y juventud imperantes en los tiempos actuales, relacionando a la vejez con la incapacidad, la precariedad y el deterioro.
El paradigma de la desvinculación social -como postura teórica e imaginario social- estigmatiza a las personas mayores bajo el supuesto de que su retiro es funcional tanto para la sociedad como para ellos, presión bajo la cual asumen la pérdida de vitalidad y el corto periodo que les resta por vivir. La sociedad obliga a abandonar una vida social productiva, no siendo esto, en ningún sentido, un proceso inevitable o deseado.
Bajo la creencia que son inherentemente inactivos-dependientes, dicho paradigma actúa como una mera justificación para ocultar el trato asistencialista-paternalista que el Estado tiene frente a ellos. Las personas mayores suelen ser consideradas una “carga social”, lo cual explica el exclusivo énfasis en políticas de seguridad social y salud. Esta última -con el único objetivo de prevenir la generación de enfermedades crónicas que significarían enormes costes para la salud pública-, pretende mantener las capacidades funcionales de las personas mayores mediante la promoción de “estilos de vida saludables”; tendencia fuertemente trasmitida también en aquellos Programas diseñados para el desarrollo de otros tópicos.
La ejecución del Programa VÍNCULOS demuestra ser parte de dicha inclinación al poner por sobre sus objetivos formales, el desarrollo de un “activismo” centrado en la “vida saludable” y el entretenimiento, descuidando el rol protagónico de la persona mayor organizada, en la producción creativa de su propia intervención en salud.