Friday, August 3, 2012: 2:45 PM
Faculty of Economics, TBA
En el año 1999, el alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa en pro de un macro-proyecto de renovación urbana promueve el cierre del Cartucho; sitio anómico donde tenía lugar el consumo y venta de drogas, además de ser el hábitat de la mayor parte de los habitantes de la calle del centro de la ciudad, ubicándose a tan solo varios metros del comando central de la policía y la casa presidencial. La recuperación de dicho espacio público se hizo desalojando mediante el poder y la fuerza a los habitantes de la calle. A falta de una política clara sobre dichos sitios anómicos por parte del gobierno distrital, durante los últimos diez años los habitantes de la calle se han dispersado por toda la ciudad representando un “reto” para los diseñadores urbanos que actuando en favor de grandes intereses económicos construyen nuevas formas de exclusión socio-espacial del espacio público, para conservar el capital social y económico de múltiples lugares de la ciudad manteniendo la “chusma a raya” procurando su estadía en barrios y localidades marginales. Tras la desaparición del Cartucho, han aparecido más de cinco sitios anómicos en toda la ciudad, que tienen la misma función. ¿Por qué dichos lugares anómicos tienen pleno funcionamiento a la vista de toda la ciudadanía y el gobierno distrital? ¿Son dichos lugares muestra de la incapacidad por parte del gobierno distrital para ejercer el monopolio legítimo de la violencia o en realidad da muestras de la falta de voluntad política para hacerse cargo de la rehabilitación de los habitantes de la calle? ¿Bogotá una ciudad de derechos, sin derecho a la ciudad? Lo que nos proponemos hacer aquí mediante un análisis etnográfico es evidenciar dichas estrategias de exclusión socio-espacial en la ciudad de Bogotá, cartografiar dichas zonas anomicas así como redefinir el concepto de ciudadanía.