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En 1995 nos preguntábamos si era posible que la Sociología del Trabajo, con sus paradigmas disciplinarios, pudiera dar cuenta de las nuevas realidades que, por entonces, estaban emergiendo como producto del postfordismo en el capitalismo globalizado.
Sosteníamos que la crisis de la disciplina en los 90, estaba signada por un reduccionismo economicista que tendía a considerar a los actores sociales como meras categorías del “modelo fabril”; pero también de la transformación radical de los actores socio-laborales del siglo XX, que se estaba produciendo en aquellos años y; por la necesidad de incorporar las dimensiones subjetivas en el marco de análisis disciplinario..
Partíamos de hacer un racconto histórico de los procesos que afectaron a las relaciones laborales desde los ’70 –que caracterizamos como “hechos fundadores”-, particularizando en Argentina y América Latina, desarrollábamos las nuevas realidades que estaban emergiendo y proponíamos marcos interpretativos novedosos, acordes a las preguntas que nos hacíamos.
Un quincenio después, siendo la precariedad y las nuevas articulaciones laborales el sino común de la reorganización capitalista globalizada, se impone realizar una revisión crítica de lo sucedido, de los nuevos “hechos fundadores” que sucedieron en la región y el globo, de la consolidación del capitalismo financiero con la fuerza política para subordinar gobiernos y sus crisis a repetición, con la transformación tecnológica como fuerza productiva dominada y el desplazamiento (en dos sentidos: subproletariado y migraciones forzados por la pobreza) y extinción de poblaciones, así como los nuevos significados del trabajo y el general intellect. La Sociología del Trabajo debe realizar un esfuerzo para superar un marco analítico que ya era insuficiente para dar cuenta del mundo laboral del fordismo, dando cuenta de las nuevas corrientes latinoamericanas para abordar el cambio social con los aportes del pensamiento crítico. De eso se tratará este trabajo.