Decir que el enfoque adoptado es etnometodológico quiere decir, entre otras cosas, que se parte del supuesto de que las actividades humanas se sostienen por un activo compromiso de sus miembros y porque tales miembros son portadores de una cantidad de saberes compartidos, que se manifiestan a través de los procedimientos y métodos que emplean (pero que no perciben porque los dan por descontado), y que son los que les permiten entenderse y comunicarse, coordinar las actividades que los ocupan y alcanzar los objetivos propuestos.
Siendo este un supuesto fundamental del enfoque empleado, la observación etnográfica de las prácticas de los empleados y funcionarios de la oficina deberá, además de discernir las condiciones materiales del escenario, permitir determinar, en la medida de lo posible, qué consideran los miembros de la oficina un trabajo bien hecho, de qué manera se dan los sobreentendidos y de qué manera los malentendidos entre ellos, cómo se procesan los cambios en las actividades, y qué suponen sobre las personas con quienes se relacionan, pero que no pertenecen a la oficina (científicos, autoridades universitarias, autoridades del gobierno nacional [SPU]).