Se parte de considerar que en la vida de las personas, el trabajo trasciende la necesidad de satisfacer necesidades económicas, sino que se constituye en una fuente de reconocimiento social, en la posibilidad de objetivar las actividades en un producto, en un factor que promueve el desarrollo humano al generar satisfacción e independencia, y en la posibilidad de identificarse con un colectivo social. Sin embargo, para que dichos factores adquieran un carácter positivo para cada sujeto, se requiere del cumplimiento de un nivel mínimo de normas y derechos, en virtud de que su incumplimiento ocasiona inserciones en el mercado de trabajo de escasa calidad que influyen negativamente en la satisfacción laboral y en el bienestar personal y familiar.
En la Argentina, luego de la aplicación de políticas neoliberales que culminaron en la crisis económica y social de 2001, y de una década signada por el crecimiento y la implementación de normativas laborales protectoras, aún perduran inequidades en el acceso al trabajo y dificultades para lograr un trabajo de calidad.
La evidencia empírica observada indica que aún se debe avanzar para lograr un cumplimiento genuino e integral de los derechos laborales y de la seguridad social.
Los principales indicadores utilizados son la realización de aportes a la seguridad social, la continuidad laboral, el nivel de remuneraciones, el acceso al trabajo, la antigüedad laboral, la insatisfacción con el empleo, la participación sindical y las posibilidades de contar con prestaciones de obra social.
La unidad de análisis a considerar será la población económicamente activa de 18 años o más de los centros urbanos de la Argentina.