A partir de escenas identificadas en Argentina en relación a la salud, el transporte y la vivienda, este artículo reflexiona sobre el mecanismo de la espera en su articulación con la configuración de las sensibilidades sociales en contextos urbanos en la actual fase de acumulación. Parte del supuesto de que la espera se instituye sobre los cuerpos, performando sensaciones de cansancio e impotencia que reproducen los límites y contenidos de un tiempo social regulado por la lógica del “siempre será así”. Las vivencias de la ciudad, entendidas como el resultado del inter-juego clasista de distancias y proximidades corporales y sociales que habilitan/restringen ciertos recorridos (y no otros), son estructuradas desde la falta, acelerando la emergencia de la capacidad de espera como uno de los mecanismos (en) que (se) traducen las condiciones del habitar de cuerpos apostados en la periferia de las urbes del siglo XXI.