Mediante la descripción etnográfica y el análisis del caso de la migración de Jalostotitlán, Jalisco, hacia California, se pretende ilustrar una nueva forma de nostalgia, la que surge en esta era de intensa movilidad de personas y circulación constante de bienes, información y símbolos.
La separación física de sus patrias chicas y sus seres queridos, la distancia espacio-temporal entre “aquí” y “allá”, el contraste sociocultural entre su país de origen y el país receptor, las experiencias de alienación en el trabajo y en la vida social son algunos factores que les hacen a los migrantes sentir y narrar la nostalgia hacia sus patrias chicas. Por un lado, esta emoción ha motivado a los migrantes a replicar los símbolos y prácticas culturales arraigadas en sus lugares de origen en el país receptor. Por el otro lado, les ha fomentado realizar visita de regreso a sus lugares de origen en el período vacacional.
Sin embargo, en el contexto en que los migrantes mexicanos han sido vistos como consumidores y feligreses potenciales y como nuevos sujetos de desarrollo por los distintos actores que rodean su vida transnacional, la nostalgia ha dejado de ser un simple sentimiento romántico para colocarse en el centro de una nueva economía política de sentimientos que está transformando la realidad social, tanto en los lugares de destino en Estados Unidos como en los lugares de origen en México.