Una vez cerrado el período de neoliberal que caracterizó la década del ’90 en el contexto latinoamericano, nuevos procesos disruptivos del orden establecido comenzaron a proliferar en la mayoría de los países de la región. En este sentido, gobiernos pretendidamente transformadores del statu quo preexistente plantearon una geopolítica cuyo eje organizador parecía sugerir la existencia de dos polos opuestos como formas de articulación política: populismo e institucionalismo. Este trabajo, sin embargo, y en consonancia con los últimos desarrollos sobre esta materia, intentará discutir hasta qué punto podemos entender estos conceptos como antagónicos en vez de advertirlos como complementarios e inmersos en una relación dialéctica, a partir de su aplicación al estudio de dichos procesos políticos empíricos. De esta manera, creemos que si bien suponen lógicas rupturistas con el statu quo existente, los gobiernos latinoamericanos contemporáneos no pierden su carácter formal-legal. De aquí que proponemos distinguirlos bajo la forma de dos procesos divergentes según la dinámica adoptada: por un lado aquellos órdenes políticos que, si bien progresistas, no han avanzado en la creación de un orden institucional radicalmente nuevo; y por el otro, aquellos que han erigido su proyecto bajo una nueva forma institucional. Así, intentaremos abordar la complejidad de la realidad política latinoamericana desde una dimensión que nos permita conjugar sus formas de ejercicio con su contenido ideológico. Para poder cumplir con este objetivo recurriremos a un análisis teórico de los conceptos desarrollados por los trabajos que estudian al populismo en tanto ontología de lo político, articulándolo con herramientas que sugieran el grado de institucionalización así como el grado de movilización popular de los diferentes procesos políticos en función de comprobar la existencia de una relación entre ambas dimensiones.