Recorreremos los tres años que van desde la primer interna por autoridades partidarias (en las que estas personas de entre 26 y 38 años participaron) hasta la elección que los depositó al frente del municipio en 1999; observaremos que en un contexto donde algunos trabajos imaginaron la banalización de la política, un grupo de integrantes, de un partido tradicional, constituyó un espacio interno y disputó la conducción del partido con la generación política anterior. Nuestros actores, además, lo hicieron de la forma tradicionalmente fijada por carta orgánica; al mismo tiempo que establecieron criterios específicos de identificación y pertenencia con el partido, los cuales supusieron como propios.
Los integrantes del grupo naciente identificaron para sí una autenticidad de sus condiciones políticas: como “nueva generación” y como radicales, a la vez. Ligado a esto, demarcaron los valores sociales que asumían como partidarios radicales y aquellos singulares a su espacio interno; y procuraron que el resto del universo del radicalismo de Minuán reconozca la legitimidad de su pretensión.
Lo expuesto, además, nos deposita en una intención subsidiaria: Registrar la inconveniencia de generalizar aspectos de “la política nacional” o, mejor dicho, de los grandes centros urbanos como una continuidad invariable en todo un país.