Saturday, August 4, 2012: 12:45 PM
Faculty of Economics, TBA
En la Argentina funcionaron durante la última dictadura militar aproximadamente 500 centros clandestinos de detención, insertos en su mayoría en la traza urbana de las ciudades. La relación que estos sitios mantuvieron con sus entornos urbanos y sus vecinos fue ambivalente o estuvo en permanente tensión: funcionaron de modo clandestino, aunque eran, en cierta medida, conocidos por quienes vivían en los alrededores.
En los últimos años, estos sitios, profundos debates mediante, están siendo transformados, es decir, están siendo resignificados y refuncionalizados. Estos nuevos espacios tienen como objetivos estar abiertos a la comunidad y funcionar como espacio de reflexión sobre el pasado reciente. Sin embargo, no todos logran establecer contacto cotidiano con su entorno mientras se enfrentan a los problemas implicados en su gestión: ¿Cómo hacer que la memoria, en constante transformación pueda fijarse en una forma (museo, centro cultural o educativo, parque, memorial, monumento) sin quedar por ello inmovilizada?
En este trabajo, intentaré reflexionar sobre el papel que juegan los sitios memoriales en las ciudades. ¿En qué medida cumplen su objetivo de ser espacios abiertos a toda la comunidad? ¿Logran los vecinos o sus visitantes apropiarse de estos espacios, o sentirlos parte del patrimonio histórico y cultural de la nación? En definitiva, ¿constituyen espacios públicos reconocidos por la habitantes de la ciudad? Para responder a estas preguntas, tomaré dos casos: la transformación de la ex Escuela de Mecánica de la Armada en Espacio para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos y el Parque de la Memoria, instalado frente al Río de la Plata.
En los últimos años, estos sitios, profundos debates mediante, están siendo transformados, es decir, están siendo resignificados y refuncionalizados. Estos nuevos espacios tienen como objetivos estar abiertos a la comunidad y funcionar como espacio de reflexión sobre el pasado reciente. Sin embargo, no todos logran establecer contacto cotidiano con su entorno mientras se enfrentan a los problemas implicados en su gestión: ¿Cómo hacer que la memoria, en constante transformación pueda fijarse en una forma (museo, centro cultural o educativo, parque, memorial, monumento) sin quedar por ello inmovilizada?
En este trabajo, intentaré reflexionar sobre el papel que juegan los sitios memoriales en las ciudades. ¿En qué medida cumplen su objetivo de ser espacios abiertos a toda la comunidad? ¿Logran los vecinos o sus visitantes apropiarse de estos espacios, o sentirlos parte del patrimonio histórico y cultural de la nación? En definitiva, ¿constituyen espacios públicos reconocidos por la habitantes de la ciudad? Para responder a estas preguntas, tomaré dos casos: la transformación de la ex Escuela de Mecánica de la Armada en Espacio para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos y el Parque de la Memoria, instalado frente al Río de la Plata.