Las desigualdades educativas fueron a menudo explicadas por la selección social de los alumnos, es decir, por el peso del origen social sobre su desempeño. Según esta perspectiva, la institución educativa mediatiza una serie de mecanismos sociales de construcción y reproducción de la desigualdad de logro, asignando posiciones escolares en una escala jerárquica de excelencia. Si bien la evaluación docente es sensible a las características culturales de los alumnos, que a su vez está correlacionada con sus condiciones económicas, el efecto de dicho mecanismo queda desfigurado cuando se toma en cuenta alumnos de origen social comparable, es decir, de condiciones económica y cultural similares.
Basado en una investigación sobre instituciones de educación secundaria, se expone la hipótesis explicativa de la construcción de las desigualdades vincula el proceso educativo con el proceso social a modo de una configuración evaluativa. Los alumnos y sus familias se involucran en la institución educativa con ciertas expectativas y ciertos intereses. La evaluación escolar, que erige las jerarquías escolares, contiene, además de la valoración del rendimiento de los alumnos, una parte no menos importante de valoración del compromiso con la institución escolar por parte de éstos y sus parientes.
El efecto de la valoración recíproca de los agentes entre sí sobre los resultados de los alumnos, abre una línea de investigación y análisis de la producción de las desigualdades en contextos pedagógicos en los que la evaluación de rendimiento se halla en relación inversa con los niveles de pobreza y precariedad. El valor simbólico de la educación invita a un análisis relacional y situacional de los agentes, para develar los mecanismos por los cuales la evaluación educativa es resultado no solo del cumplimiento de rutinas técnico-pedagógicas sino de una puesta en escena en el proceso social que ocurre en la Escuela.