En nuestra sociedad, la colombiana, la incorporación de derechos ligados a la moderna concepción de género ha sido relativamente reciente, pero a pesar del empeño y buenas intenciones de nuestro legislador, la sociedad ha marchado, y lo sigue haciendo, movida mas por las indicaciones de credos religiosos (en su mayoría el cristiano-católico), presentes no sólo en el hogar, sino también en la escuela, definidos desde hace mas de un siglo como los valores sociales determinantes y que nuestro actual Estado laico no ha podido modificar.
Estos modelos de hombre y mujer virtuosos, ha impuesto en nuestros niños y niñas unos patrones ligados a los roles que se espera cumplan en sus contextos: casa, escuela, sociedad, presentes en la crianza, los castigos, la ropa, los comportamientos y hasta los juegos. De ésta manera, desde pequeños se nos ha dicho cómo debemos comportarnos, qué color usar, cómo sentarnos, cómo hablar… ligado siempre a la condición sexual dada por los órganos reproductivos.
Y no es que esté mal que una sociedad instaure en sus niños y niñas el modelo de ciudadano que desea, lo que no es prudente es que insista en asignar los roles de éstos según modelos sociales desarrollados en el Asia Menor a finales del primer milenio antes de nuestra era y sostenidos como ideales por la Iglesia Católica.